El hombre ha utilizado las barcas desde hace miles
de años. Se tienen registro de hace más de 10 000 años en que el hombre
utilizaba un tronco debidamente tallado como medio de transporte en el agua.
El mar siempre ha causado fascinación en el ser
humano desde el comienzo de los tiempos. En la costa sur central del Perú en la
provincia de Pisco, en el distrito de Paracas hacia el 10 000 a.C.; los
primeros hombres se volvieron sedentarios a causa del abundante alimento
existente en sus playas. Aun el progreso hacia la agricultura y la ganadería
estaba en marcha en sus similares de la Cordillera de los Andes. Como en este
caso, en muchos otros litorales se dieron las condiciones para que los hombres
en viviendas precarias se volvieran sedentarios, debido a la abundancia de
recursos que el mar depositaba en sus playas.
Primero la recolección de mariscos y moluscos,
luego la pesca y finalmente se aventuró a adentrarse en ese mar que
generosamente le proveía de alimento. La tecnología fue progresando y el hombre
construyó elementos para flotar en el agua; probablemente usó troncos de
árboles u otros materiales abundantes en su entorno que tenían flotabilidad.
Para impulsarse y no quedar a la deriva, echó mano del remo hasta que descubrió
que la fuerza eólica podía impulsarlo con menor esfuerzo y mayor efectividad;
luego, descubrió la manera de llevar la embarcación hacia donde quería e
inventó el timón. Es a partir de aquí cuando, el hombre a través del tiempo fue
introduciendo mejoras a sus naves, dándoles cada vez mejor impulsión y
gobierno, hasta llegar a las modernas naves que surcan hoy día los océanos del
mundo.
Pero a la par del gobierno y la deriva, el hombre
fue encontrándole nuevos usos a las naves que ya tenía a la mano; las usó para
recreación, pesca, medio de transporte y para la guerra y fue especializando el
invento, con nuevas técnicas, mayores velocidades, mejor maniobrabilidad, y
claro, con armamento cada vez más mortífero. La embarcación que hoy conocemos
como buque o barco, descubrió nuevas tierras. Durante muchos siglos fue el
único medio de comunicación entre los continentes e hizo famosos a muchos
personajes en tiempo de paz y de guerra.
El empleo de los remos condicionó la vida a bordo
hasta el siglo XVII; uno de los peores castigos que podía recibir una persona
era ser condenado a servir en una galera, «para que la vida le sea un suplicio
y la muerte un alivio», como sentenció un juez romano en el siglo XVI.
No todos los marineros que estaban en los remos
eran condenados. También había hombres libres que se embarcaban por necesidad;
eran llamados «de buena gana». Su única diferencia con los condenados consistía
en que podían llevar bigote y cabello, que los condenados no tenían, pues eran
rasurados y pelados al rape. Además, durante el día, los hombres libres que no
estaban remando podían pasear y hablar libremente, pero al caer la noche eran
encadenados igual que los condenados.
La disciplina era muy estricta para todos, la
comida escasa y mala. El aspecto higiénico resulta inconcebible y difícil de
imaginar. Los hombres de mar, oficiales y marineros, no se lavaban, ya que
todos solo llevaban la ropa que tenían puesta, sin embargo los galeotes estaban
obligados a mantenerse limpios, debían a primera hora del día asomarse por
sobre la borda, de acuerdo a lo que les permitía el largo de la cadena, para
despiojarse y limpiar los harapos que llevaban. Debían hacer sus necesidades en
su lugar pues nunca eran liberados de su cadena. Los marineros que los
vigilaban, cada cierto tiempo les arrojaban un balde de agua para que las
inmundicias corrieran hasta la sentina.
https://es.wikipedia.org/wiki/Barco
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